martes, 27 de mayo de 2025

Historia de un sueño robado.

Acabo de ver una publicación de un anciano que murió hace 5 años. Siempre quiso ser escritor pero no sabía cómo ni con quien hablar. Yo le ayudé a recopilar material y le animaba a seguir adelante cuando se deprimía. Tenía Parkinson. En aquel entonces yo vendía quesadillas y pan de mujer, pan batido. Así que pasaba a su casa con la esperanza de que sus familiares me compraran. Encima de que no me compraban mi producto yo seguía apoyando al señor, su esposa decía que le hacía bien hablar conmigo. Yo me llevaba su material, le decía lo que estaba bien, lo que estaba editable y lo no publicable, como poemas que decían "La gente de la ciudad es la mierda, los ciudadanos mis cerotes y yo los cago" y muchos poemas a la porquería. Su nombre era Raúl Quintana Salguero. Había dado clases de Literatura en el Progreso, Jutiapa y en Cemas INTECIADCOM, que es una escuela de agronomía. Tenía libros que él fotocopiaba llamados "Elabore su propio Texto paralelo por Raúl Quintana Salguero" ofreciendo ese método como ayuda o método de estudio. Yo le conseguí versiones mejor pulidas, rescaté libros viejos cuya letra no se distinguía y transcribí diferentes textos. Luego de un tiempo yo me hice muy amigo de la Antropóloga Artemis Torres Valenzuela, por recomendación de su tío el poeta y pintor Valero Valenzuela. Siempre hablábamos los fines de semana que ella venía a su casa en la entrada de la ciudad. Yo le mostré material poético mío y de Raúl Quintana Salguero y ella quedó encantada. Me dio el número de teléfono de la secretaría del CEFOL y el número personal del cronista de la ciudad Celso Lara Figueroa. Según Celso Lara mi material ya estaba en imprenta cuando decidieron imprimir a Raúl Quintana Salguero junto conmigo. Me dijeron que eligiera a otro escritor para la publicación y yo convencí a Gerardo José Sandoval de publicar en esa obra. A Gerardo lo tenían por loco, pues había intentado matar un gato en una presentación. Yo estuve esperando y por fin se llegó el día de presentar nuestra obra investigativa y de poesía y Literatura. Cabe mencionar que yo entrevisté muchos poetas y escritores y los invité a que la publicación fuera como un parnaso Literario. Todos rechazaron mi propuesta, menos Gerardo José Sandoval, Victor Hugo Majus de Paz, que fue publicado aparte, quien ya era escritor consagrado, pero siempre me ha apoyado y ha sido amigo sincero; Un servidor y Raúl Quintana Salguero. Les entregué mis escritos originales de puño y letra. El día de la publicación se hizo un acto en el parque de la ciudad de Jutiapa, la familia de Raúl Quintana Salguero estaba delante, varias personas más que fueron invitadas. Por algún motivo cuando me acerqué a hablarles Valero Valenzuela y Artemis Torres Valenzuela estaban distantes, como ignorándome. Solo Raúl Quintana Salguero me habló. Según pude escuchar el proyecto se lo habían dado a Carlos Rubí Barillas, un hombre que se dedica a tomar de otros autores para hacer sus poemas y que solo hace cantitos a las aldeas y a los institutos para así ganar certámenes. Me dolió tanto, porque el proyecto era mío, no solo me lo quitaron, se lo dieron a otro escritor, si no que me sacaron de la compilación y metieron a un Milton Valenzuela, familiar de Valero y Artemis que escribía poemas desabridos sobre dioses griegos y mitologías un tanto verborreicas y dequeistas. Recuerdo que iban a homenajear a Raúl Quintana Salguero en ese momento. Le pedí que si era mi amigo aprovechara aquel momento para decir la verdad, quien fue de casa en casa a pedir material. Quien entrevistó a los autores, quien hizo corrección y mandó el material a imprenta. Pero él se limitó a agradecer y abrazarse con el plagiario de mi proyecto y yo quedé como un tonto ahí esperando que la verdad se dilucidara. Gerardo tampoco dijo quien lo entrevistó. Dio todas las albricias a Carlos Rubí Barillas. Cuando le pedí una explicación a Valero Valenzuela, él junto con Artemis Torres Valenzuela tajantemente me dijeron que yo era demasiado joven, que nadie reconocería el proyecto como mío aunque ellos me lo acreditaran. Recuerdo que vi a Carlos Albizures, un loco quijotesco como el Licenciado Vidriera entre el público y llorando me acerqué a saludarle. Recuerdo que me dijo "En esta vida debemos ser titanes de metal y titanio para que las tristezas no nos destruyan". Más poesía que en toda esa falsa velada. Al tiempo cada vez que pasaba vendiendo pan por la casa de Raúl Quintana Salguero él me llamaba, sus hijos, su esposa. Pero yo les ignoraba y no se explicaban mi cambio de actitud. Pero no podía perdonar tamaña traición. Una tarde que hablábamos con un amigo elocuentemente el hijo de Raúl Quintana Salguero, que lleva su mismo nombre le contó sin aspavientos esta historia a mi amigo. Le comentaba que yo saqué a Raúl Quintana Salguero de la crisis de su Alzheimer y le di motivos para seguir viviendo. Que intentó publicar y buscar ayuda para volver a dar a conocer otros libros suyos, que decía que sabía que yo lo podría ayudar a contactar con alguien que le publicara. Pero jamás pude superar esa traición y hasta el día que falleció hace cinco años jamás volvimos a hablar. Veo en internet Textos paralelos de él y publicaciones del proyecto que yo gesté. Celso Lara falleció la señora Torres Valenzuela es ahora encargada del CEFOL y la facultad de Historia de la USAC. Un día me llamó ofreciéndome entrevistarme, porque a pesar de todo logré publicar internacionalmente, pero no acepté, pues la llaga de cuando era un crío y me dejaron fuera de mi propio proyecto seguirá siempre abierta. Así perdí la amistad del profesor Valero Valenzuela también. Después de tantos años cuento esto como un desahogo, sin querer herir a nadie. La verdad así fue como las cosas sucedieron.

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